Y de repente, todo ha cambiado. Lo que parecía exagerado se volvió cotidiano. Lo que causaba indiferencia, derivó en preocupación y hasta miedo. Lo que se veía lejano, se acercó demasiado. Lo que dábamos por sentado, se convirtió en lo más preciado.
En medio de esta revolución sanitaria, económica, social y hasta emocional tan vertiginosa, tengo la sensación de que el mundo de la empresa se haya ‘humanizado’, al menos un poco.
De forma más o menos voluntaria, las empresas han priorizado el bienestar común ante los resultados del negocio. Han llevado al máximo su capacidad de teletrabajo, superando viejas limitaciones y prejuicios. Han comprobado que la confianza en los empleados está bien fundamentada; que (casi) todos han respondido de forma impresionante y logran resultados increíbles si pueden organizarse compatibilizando hogar, familia y trabajo. Hasta nos hemos acostumbrado a ver niños en medio de las reuniones, recordándonos que todos somos personas con una vida rica detrás de un cargo. Incluso, muchas empresas, han mostrado su lado más solidario, compartiendo gratuitamente sus servicios, conocimiento o recursos.
Está claro. Algunas lo han hecho por obligación y a regañadientes. Otras a marchas forzadas, porque no estaban, ni por asomo, preparadas. Las más cortoplacistas, intentando sacar partido comercial de la situación. Pero creo (y quiero creer) que la mayoría lo está haciendo por absoluta convicción y que esta ‘humanización’ repentina del mundo de la empresa va a dejar huella.
Estamos viviendo muchos cambios en poco tiempo. Aún no somos capaces de dimensionarlo. Algunas cosas volverán a su estado anterior, pero muchas otras habrán cambiado de forma permanente.
No sé cuál será el caso en cuanto a esta ‘humanización’, pero estoy convencido de que la manera en la que cada empresa haya gestionado esta crisis va a marcar profundamente su relación con empleados, clientes y proveedores cuando llegue esa “nueva normalidad” que tanto esperamos.
Un empleado saldrá doblemente comprometido si se sintió comprendido, acompañado y apoyado por sus líderes y su empresa. Un cliente no olvidará que le ofreciste ayuda desinteresada o que no hayas intentado forzar ventas cuando no era el momento. Un proveedor hará lo imposible para dar respuesta a urgencias imprevistas, si has priorizado los compromisos de pago a pesar de las dificultades financieras.
Está en nuestras manos aprender y sacar el lado positivo de esta situación tan triste e inesperada. Espero que gestionar desde un punto de vista más humano sea uno de ellos.
